martes, 10 de abril de 2012

EL EMBARGO CONTRA CUBA ES LEGÍTIMO Y DEBE PREVALECER. Por Pepe Forte.



Casi 50 años después de su instauración, la prensa y personalidades políticas mundiales, y hasta los más respetados analistas, ignoran la razón originaria del embargo contra Cuba, la cual aún no ha desaparecido y, por eso, la medida restrictiva sigue siendo legítima...
(Al final del artículo dos links separados conducen al facsimil del documento íntegro del senador Richard Lugar, Changing Cuba Policy in the United States National Interest, y Kiss the Embargo Goodbye, del coronel Glenn Crowther, que exponen razones para el levantamiento del embargo o una dramática flexibilización de la medida. También aparece un link al discurso de nacionalizaciónde propiedades norteamericanas en Cuba, pronunciado por Fidel Castro en 1960)
por Pepe Forte/Editor de iFriedegg.comPosted on Feb. 28/2009
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Toma chocolate... paga lo que debes.../De la canción "El Bodeguero", interpretada por la Orquesta Aragón.
El tema del embargo contra Cuba ha vuelto a cobrar notable protagonismo en la prensa y opinión pública mundiales, más marcadamente en Estados Unidos. Una convergencia de situaciones ha conducido a ello. A considerar, el arribo a la Casa Blanca de un presidente demócrata, el cincuentenario de la revolución castrista cubana con Raúl Castro ya oficialmente al frente de ella y la percepción que éste podría favorecer aperturas en La Isla, y la crisis económica mundial. Estos son algunos de los factores que animan un nuevo embate de una controversia que dura ya medio siglo. Es por eso que en el mes de febrero han visto la luz, con diferencia de días, dos documentos que si no recomiendan explícitamente la supresión del embargo, al menos sugieren un cambio sustancial en la política de Estados Unidos hacia Cuba. Estos dos documentos son: Kiss the Embargo Goodbye ("Digamos adiós al Embargo"), del coronel Glenn A. Crowther, del Instituto de Estudios Estratégicos (SSI; Strategic Studies Institute), yChanging Cuba Policy in the United States National Interest("Cambiando la Política hacia Cuba en el Interés Nacional de Estados Unidos"), del senador republicano por Indiana Richard Lugar, además jefe de la Oficina de Asuntos Internacionales del senado.
Ambos documentos, además de que por un lado o bien son ingenuos o tristemente insinceros, por otro caen, al igual que la opinión pública actual generalizada, en el inexplicable error de ignorar que la causa fundamental del embargo no ha desaparecido: la expropiación en 1960 de entidades y propiedades legítimamente establecidas en Cuba de ciudadanos norteamericanos por el gobierno de Fidel Castro SIN INDEMNIZACION a los afectados.
Historia y origen del embargo
En la noche del 6 de agosto de 1960, en discurso pronunciado desde la escalinata de Universidad de La Habana en la intersección de las calles L y San Lázaro, y que representó el acto de clausura del Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes, Fidel Castro, Comandante en Jefe y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, anunció la entrada en vigor de la Ley No. 851, rubricada exactamente un mes antes, que autorizaba al gobierno de La Isla a expropiar industrias y corporaciones comerciales de producción y servicios de gran escala, así como propiedades legalmente establecidas en Cuba, de ciudadanos norteamericanos. La alocución, una de las más delirantes que integra hoy el enciclopédico por extensión compendio de las cataratas verbales de Castro, terminó con el dictador casi afónico, lo que no le impidió desgranar la lista de expropiaciones, al tiempo que cada vez que mencionaba una compañía intervenida, la muchedumbre enardecida que le escuchaba, vulgar e irónicamente, exclamaba "¡se ñamaba!", en vez de "¡se llamaba!".
La Central de Trabajadores dispuso una semana de “júbilo popular”, mientras que la fiebre anti-norteamericana fue protagonizada por miles de cubanos partidarios del régimen que efectuaron funerales simbólicos de las entidades "nacionalizadas" —como romáticamente se le llamaba a las víctimas de la acción—, al grito de “¡Cuba sí, yanquis no!”.
La Compañía Cubana de Electricidad fue intervenida para transformarse enseguida en una entidad ineficiente al pasar a manos del estado y convertirse en la "Empresa de los Apagones". En la imagen arriba a la izquierda, en la fachada del edificio, sobre el lumínico que la identificaba, fue desplegada una pancarta que celebraba la "nacionalización". La fotografía a la derecha mientras tanto, recoge el instante de la intervención de la TEXACO (las banderas de Estados Unidos a la entrada de las diversas compañías establecidas hasta entonces legalmente en Cuba y que de manera eficaz proveían servicios al país, fueron arriadas y en muchos casos destrozadas a continuación por furor popular inducido).
Aunque Castro comunicó a su audiencia que la ley contemplaba un plan de indemnización en 50 años, a pesar de ser éste absurdo y muy a su favor, hasta el día de hoy Cuba no ha compensando monetariamente a los legítimos dueños de las propiedades usurpadas.
Antes que finalizara el fatídico año 60 y la Revolución llegara a su segundo aniversario, fueron expropiados además todos los bancos norteamericanos, porque el 13 de octubre el Gobierno Revolucionario promulgó la Ley 891, declarando la intervención de la banca privada nacional y extranjera en territorio cubano —y luego vino el cambio del dinero—. El Banco Nacional de Cuba estaba presidido por el tenebroso Comandante Ernesto Che Guevara, quien había asumido esa responsabilidad el 26 de noviembre de 1959. Pero la ola de robo estatizado se desbordó a otros sectores: perecieron además las compañías de caucho y la cadena de supermercados Minimax. De este modo, 382 empresas mayores establecidas en el país, y el 80% de la capacidad industrial, pasaron al control del estado.
Los ciudadanos norteamericanos afectados pues solicitaron auxilio al gobierno de Estados Unidos, entonces conducido por John F. Kennedy. Así, el 7 de febrero de 1962, una orden ejecutiva del presidente norteamericano establecía el embargo comercial, económico y financiero a Cuba, más conocido popularmente como "bloqueo", cuyo razón era prohibir vender mercancía norteamericana a Cuba, y a Cuba comprarle mercancía cubana.
En esta combinación gráfica, a la izquierda del lector, el anodino presidente de Cuba, Dr. Osvaldo Dorticós Torrado, firma el 6 de julio de 1960 la Ley No. 851 de expropiación de propiedades norteamericanas legítimamente establecidas en territorio nacional de La Isla, ante la mirada atenta de Fidel Castro Ruz, a la sazón Primer Ministro del Gobierno Revolucionario Cubano. A la derecha, el presidente norteamericano John F. Kennedy, tras rubricar en la Oficina Oval la Orden Ejecutiva de Embargo contra Cuba, en respuesta a la intervención castrista.
Con la escalada de las tensiones entre Cuba y Estados Unidos en un marco óptimo de guerra fría y la gravitación del país caribeño a la esfera de influencia de la Unión Soviética, paso a paso desde entonces y hasta el 2003, el embargo fue agregando más restricciones paulatinamente, a tenor de las circunstancias. Tras la Crisis de los Misiles en octubre de 1962, Kennedy amplió el embargo en julio del 63 imponiendo restricciones de viaje a los ciudadanos norteamericanos y, bajo el Acta de Comercio con el Enemigo, los valores de Cuba en Estados Unidos fueron congelados.
En 1992, en la estela de la caída del Muro de Berlín, el embargo fue codificado y recibió un nuevo estimulante con la puesta en vigor del Acta para la Democracia en Cuba, conocida íntimamente como la Ley Torricelli, esto durante el gobierno de George H. Bush y luego, para 1996, a regañadiendentes y suspendiendo alguna de sus provisiones más efectivas, Bill Clinton firmó el Acta de Solidaridad para la Libertad y Democracia en Cuba (o simplemente Ley Helms-Burton), tras el derribo de la avionetas de Hermanos al Rescate por parte de la Fuerza Aérea Cubana en aguas internacionales. Esta legislación encarna la primera vez que en realidad se hace algo verdaderamente moral y efectivo para intentar compensar —tardíamente tres decenios después—, a los damnificados de la expropiación de 1960. Bajo el término "traficar", el acta presume sanciones para quienes lucren con las propiedades originales robadas por el estado comunista cubano.
Pero desde el gobierno de Clinton comenzó una era de flexibilización del embargo que, aunque tímida pero sostenidamente, continuó remontando como tendencia y posteriormente durante los 8 años de George W. Bush se incrementó, al punto que hoy Estados Unidos es el séptimo exportador de productos a Cuba, sobre todo agrícolas en la categoría de alimentos, para representar un 4.3% de las importaciones totales del país comunista.
Ficha de cambio
Es innegable que el embargo a Cuba, la restricción económica de un país a otro más larga de la historia contemporánea, también se ha empleado como ficha de negociación y como herramienta para promover cambios democráticos en el gobierno castrista o conseguir su desestabilizacion y eventual desaparición como resultado de la medida. Pero ése NO es su propósito primordial. No sería ético levantar el embargo sin que Cuba haya pagado al menos el valor de época —risible para las cifras de hoy— a los propietarios originales o sus herederos, sin contar siquiera las penalidades acumuladas con que se castiga a todo deudor moroso que incurre en impuntualidades o ausencia total de pago. Por tanto el embargo comercial de Estados Unidos a Cuba continúa siendo legítimo en pleno siglo XXI, y no debe vérsele equivocadamente como extraterritorial bajo el concepto de ingerencista que algunos insisten en aplicarle. Cada país tiene derecho a proteger sus intereses o a obtener una compensación cuando contra él otro país comete un acto lesivo a sus presupuestos o integridad, por demás de infundada legalidad como lo fue la ley cubana de expropiaciones.
Es pues un disparate considerar al embargo de Estados Unidos contra Cuba exclusivamente como una herramienta para provocar cambios en el gobierno de los Castro, y mucho menos para castigar un pueblo o rendirlo por hambre como reza la propaganda castrista que sale de La Isla y que fuera de ella aceitan y diseminan sus acólitos. La frase tan común en nuestros días de "el bloqueo ha fracasado", encierra imprecisión. El embargo de Estados Unidos a Cuba originalmente tiene un espíritu totalmente diferente del que el mundo impuso a Sudáfrica para que cesara el apartheid.
La rebelión por contraste social es pura fantasía
La idea de que la exposición al comercio y al mundo libre de las sociedades tiranizadas generan cambios democráticos en ellas era un axioma irrebatible hasta que China demostró lo contrario. Hoy Cuba certifica esa irrazonable realidad. Aunque en menor medida que en el gigante asiático, la presencia del capitalismo con la anuencia del estado castrista es patente en la escena del país desde hace más de 10 años... y nada ha pasado. Cuba comercia con el resto del llamado mundo capitalista de Europa, América, Asia y todo confín, y en la nación se asientan miles de negocios y entidades comerciales de una diversidad de ramos y países. Los afortunados ciudadanos cubanos que han logrado conseguir un empleo en esas compañías, comparados con el habitante que no, son unos privilegiados fulgurantes aún si explotados por una doble patronal: la gubernamental cubana y la extranjera. En un país que por casi tres décadas preconizó como esencia la igualdad ciudadana y a su manera la ejerció, ahora y desde los 90 los cubanos de barriada han dejado de ser "todos iguales". Y esto nos conduce a otro punto importante: que los defensores del levantamiento del embargo están convencidos que por contraste psico-sociológico una vez eliminada la restricción, el pueblo de Cuba va a reaccionar, y eso es otro error inconmensurable. Tristemente, el pueblo de Cuba ya no reaccionará a contraste alguno después de medio siglo de pasteurización emocional. La lista de "contrastes" que terminaron siendo inocuos es enorme y de ellos podemos recordar los siguientes: En los años 60, cuando los cubanos de vocación democrática se tuvieron que disipar en exilio, las autoridades comunistas aseguraron que éstos nunca volverían; después, por conveniencia económica y política, el propio gobierno les permitió regresar en 1979 y les alabó y protegió. La gente de "la comunidad" —como se les llamaba allá—, calzaron y vistieron con brillos de contemporaneidad a sus familiares, también desafectos de la Revolución pero que quedaron varados en el país, mientras que los fieles defensores de la Revolución veían con desconsuelo —y claro que con la rabia y envidia del traicionado—, cómo eran reducidos a la desolada austeridad estalinista, mientras los "gusanos", inmerecedores de tan grande premio, se paseaban orondos ante sus narices ostentando veleidosos las galas de "la yuma" y disfrutaban de sus bienes de consumo.
Lo que por años fue un delito, intentar abandonar La Isla clandestinamente por vía marítima, Castro lo legalizó en 1994. Cuba entera vio desfilar a los balseros y sus precarias embarcaciones por las calles de toda ciudad cubana hasta llegar a la costa donde echar sus balsas al mar.
Desde el principio mismo de la revolución, miles de cubanos fueron encarcelados y muchos de ellos hundidos en el mar cuando eran sorprendidos por los guardacostas del régimen en el intento de escapar de La Isla ilegalmente... para que luego, en 1994, Castro autorizara la legalización de los balseros. Lo mismo pasó con el dólar, cuya tenencia era severamente punible por la ley; también en 1994, el gobierno comunista tuvo que poner en libertad a cientos de ciudadanos anteriormente encarcelados por traficar con dólares cuando la "moneda del enemigo" fue de curso legal en el país y entonces esas condenas tuvieron que ser abolidas por corresponder a un delito súbitamente extinto.
Y, en la arena internacional, por medio siglo en una orweliana interpretación tropical de "1984", Cuba ha sido amiga y enemiga de China (cuando el país asiático abastecía de pertrechos militares a la UNITA de Holden Roberto que se oponía al MPLA de Agostino Neto durante la guerra de Angola a mediados de los 70), y protagonizó ciclos de adhesión-disención con la Unión Soviética y con algunos países del otrora "campo socialista". Y todavía hay quien cree en la reacción por contraste...


Que el embargo es una excusa no es pues precisamente una buena excusa para levantarlo.
Del mismo modo que los que creen que el propósito del embargo es únicamente modificar a Cuba comunista y aseguran erradamente que su mantenimiento ha fracasado y que no ha traído cambio alguno a lo largo de 50 años, no existe tampoco ninguna razón concreta que demuestre que su cancelación va a producir en contrapartida la añorada metamórfosis. En primer lugar hay que recordar que aún eliminado el embargo, ni Estados Unidos ni el mundo entero podrán volcarse a Cuba de sopetón como piensan estos ilusos. Una vez levantado el telón, el gobierno cubano pondrá una barrera bien custodiada que alzará sólo a las inversiones de su conveniencia. Es lo que ha estado pasando en los últimos 10 años. Las licitaciones de la industria hotelera mundial —por sólo mencionar un giro—, que tienen interés en inventir en Cuba son centenarias cada año; pero Cuba limita y sólo elige las de su gusto. No habrá un festinado tobogán a la inversión mundial y de Estados Unidos una vez eliminado el bloqueo... sólo un embudo en manos de Raúl Castro o de los herederos del sistema, para escoger las inversiones a cuentagotas al modo como salen en la lotería las bolas ganadoras, en número limitado de ellas...
Claro que llevan razón quienes afirman que el embargo fue la excusa de Fidel Castro —y quizás ahora lo es de su hermano Raúl—, para convencer al mundo de la inhumanidad de la medida y para presentarla como la causa de los males del pueblo cubano y una reliquia injustificable de una era desaparecida. Es cierto que en el pasado el dictador, hoy moribundo, cada vez que se perfilaba en el horizonte un intento de acercamiento de Estados Unidos y de levantamiento o relajación del embargo, lo saboteó para mantener su imagen de víctima, y permanecer aislado, dos ingredientes capitales de su receta para sostener su proyecto político. Pero si se hubiese levantado el embargo en tiempos de Fidel éste, como gran sofista que era, habría inventado alguna otra excusa lastimera, como las altas tasas de interés o el intercambio económico desigual para quejarse y justificar el bajo nivel de vida los cubanos ya sin bloqueo. De modo que ceder al argumento de que es necesario eliminar el embargo so pretexto del pretexto, tiene pies de barros.
Por otro lado, levantar el bloqueo unilateralmente sin que Cuba haga concesiones —y, no nos engañemos, que esta es la tónica actual—, permitiría a un estado rutinariamente malapaga endeudar perspectivamente más a un país cuyos acreedores históricos y los recientes no han tenido la valentía de exigirle responsabilidad a sus compromisos tributarios, pero sí lo harían a una eventual y emergente república democrática postcastrista.
El embargo, gracias a la gestión de los congresistas cubano-americanos militantemente anticastristas y que tienen una diáfana idea de lo peligroso que sería clausurarlo, fue codificado. Por fortuna, eso alteró su naturaleza de ordenanza presidencial y por tanto de fácil e instantánea remoción. Ahora para hacerlo hay que transitar el debate y la votación. Pero esto no significa tampoco una victoria absoluta y perenne. Desde hace más de 10 años al embargo, por presión del cabildeo y de contribuyentes partidarios de su abolición, le han estado fabricando un bypass aquí y otro allá, además de la habilidosa circunvalación que le han hecho los propios castristas desde tiempo atrás.
Para la gente de buena voluntad en el mundo que noblemente compra los argumentos de los que de mala fe exigen el levantamiento del embargo, la restricción es a todas luces inhumana porque más que al gobierno comunista, castiga al sufrido pueblo cubano. ¿Razonable, no es cierto? Empero, las privaciones que padecen los cubanos no son consecuencia de un embargo que ya dura medio siglo, sino que emanan directamente de la naturaleza malvada y sociópata del dictador más perfecto del mundo porque desprecia a su pueblo y lo tiene sometido, como un maestra desalmada y regañona, a una larga penitencia sin que se haya portado mal. Cuba, aún en la época de prosperidad económica y existencial de los países del llamado campo socialista, era considerada por éstos el 'patito feo' del comunismo. Rumania tuvo cartilla de racionamiento por 16 años. La de Cuba prevalece y es tan severa que merece entrar en el Libro de Récords Guinness y, para colmo, es llamada cínica e eufemísticamente "Libreta de Abastecimientos". Como una serpiente que se muerde su cola, las raciones de este documento de control ciudadano cada vez se hacían más magras.
Para 1979, cuando la Revolución de Fidel cumplió 20 años en el poder, Cuba podría haber disfrutado de la misma bonanza de consumo de Polonia, o Hungría, o Checoslovaquia, o cualquier otro país de la llamada en términos geopolíticos Europa del Este, porque el subsidio soviético y su integración al CAME habrían permitido a la ciudadanía cubana vivir más holgadamente. Castro pudo inundar La Isla de los deficientes y tecnológicamente atrasados productos de aquellos países, y sin embrago no lo hizo. Por otro lado, el resto de los países capitalistas del mundo no embargaban a Cuba. Y además, previamente, los precios más altos de la historia de tasa de azúcar mundial —más de 80 centavos la libra— tuvieron lugar finales de los 60 y principios de los 70 con lo que Cuba, la azucarera del planeta, habría vivido una segunda "danza de los millones", y empero 1970 —el año de "Los 10 Millones de Toneladas de Azúcar"*—, fue económicamente el de la "barbarie" en el país.
La paupérrima situación económica de Cuba no es pues imputable al embargo.
Cuba, en tanto que entidad comunista, no es distinta como país a los que estuvieron bajo la sombrilla soviética. El comunismo empobrece a las naciones que lo han padecido porque el estado es ineficiente. El comunismo defenestra la propiedad privada y prohíbe ya por decreto ya por coacción la iniciativa y enriquecimiento ciudadanos. Lo que pasó en la Unión Soviética —y póngale un papel carbón a Polonia, Checolosvaquia, Hungría, etc., hasta llegar a Cuba—, y nos referimos al atraso tecnológico y la irrentabilidad de la producción por mencionar dos características endémicas del comunismo, también integran el desastroso prontuario económico de La Isla bajo la "economía socialista". Las dos Alemanias son un claro ejemplo de eso: en la capitalista se hacían los mejores autos del mundo; en la comunista, el peor. Y todavía tenemos el caso de las dos Coreas. Por eso es inmoral achacarle sus carencias a la imposibilidad de comerciar con su vecino mayor.
El comunismo caribeño de Cuba arruinó su agricultura. Para los años 60, el mango, la guanábana, el mamey y el anón, por siempre populares y baratas en La Isla fueron a parar bajo el control de una empresa de nombre alucinante: "Frutas Selectas". Los cubanos comenzaron a comer pescados "exóticos" atrapados por la Flota Cubana de Pesca frente a las costas de Africa, mientras que las barrioteras cherna y rabirrubia desaparecieron de la mesa de las familias y se volvieron manjares de ensoñación. Existía otra empresa llamada el "Plan Porcino" —cuyos camiones, que transportaban desechos de comida para la ceba de los cochinos, eran odiados porque al paso dejaban tras de sí un hedor intolerable—, y sin embargo la carne de cerdo estaba prohibida por el gobierno. Es totalmente absurdo pues culpar al embargo de la abolición de tres íconos históricos de la dieta cubana, como un pargo frito, un batido de papaya o un pan con lechón...
El Senador republicano por Indiana Richard Lugar, acaba de presentar una propuesta de modificación de la política de Estados Unidos hacia a Cuba, en la cual la eliminación del embargo o una gran flexibilización de éste es asunto capital.
Las recientes andanadas anti-embargo
Las consideraciones de Lugar y Crowther, aparentemente objetivas, pueden ser naive, y preferimos pensar así para no decir que son hipócritas. Cuesta trabajo creer que personalidades tan prominentes, inteligentes y cuya capacidad de análisis rebase la del ser común —y no nos referimos únicamente a los patrocinadores de este par de estudios—, se manifiesten tan ciegas a realidades palpables, y que se nieguen a escuchar consejos bien fundados. Se hace duro creer que las razones de Lugar sean francas y genuinas cuando es fácil suponer que, alejadas de la ética, lo que resiente es que Estados Unidos se está quedando fuera de la feria de comercio a precio de garage sale que se desarrolla en Cuba y de la que participan ya asociados europeos, mientras aquí se ve con desencanto que vamos a llegar tarde a la fiesta de repartición. Quedarse fuera no es pragmático, no lo vamos a negar. Pero el pragmatismo es uno de los rasgos caraterísticos del proceder del miserable.
El informe de Lugar, nacido del análisis de dos observadores que él enviara a Cuba, pronostica que tras la muerte de Fidel Castro el país sería gobernado por facciones del actual régimen. En el primer párrafo de las conclusiones de su propuesta de cambio hay una explicación que parece arrancada de la defensa que los personeros del gobierno castrista leen en la Comisión Internacional de los Derechos Humanos en Ginebra cada vez que Cuba es sentada en el banquillo de los acusados allí. Transcribimos: Cuba es importante para los Estados Unidos por su proximidad, por su historia mutuamente imbricada y cultura. Cuba es importante en Latinoamérica por representar el símbolo romántico de un país pequeño que se enfrentó a la nación más poderosa del mundo. La Revolución Cubana legitimiza algunas de las pasiones que han alimentado a muchos latinoamericanos que sufren la desigualdad de su propias sociedades y por 50 años, con razón o sin ella, ha sido capaz de pintar una imagen de defensa por éstos, así como de los desposeídos alrededor del mundo.
¡Oh, qué bello y conmovedor! ¿Quién escribió esto... la Madre Teresa, Randy Alonso o Felipe Pérez Roque?
Por otra parte, el informe de Crowther a menudo peca de la misma inocencia cuando dice que el desmantelamiento del embargo económico obligará al desvanecimiento del poder represivo de las autoridades cubanas so pena de quedar expuestas como hipócritas —como si les importara—. Además, este informe sugiere que comercialmente, entre otras cosas, Cuba sería un gran mercado para platos de televisión satelital. Crowther desconoce que la Policía local en todo vecindario en Cuba ordena bajar del techo de cada inquilino este dispositivo, considerado ilegal en un país en el cual también el acceso a la internet está prohibido.
El informe del coronel Glenn Crowther pinta al momento actual como el escenario óptimo para abolir el embargo.
Igualmente afirma que Raúl es más predecible que su errático hermano Fidel, y pide la reincorporación de Cuba al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y al Banco Interamericano de Desarrollo. Si Crowther se hubiese tomado el trabajo de hacer una llamada al Club de París para que desde allí le informaran a cuánto asciende la deuda externa del país acumulada por Castro, de seguro no se habría atrevido a pedir su acceso a las entidades financieras que sugirió. Pero, por si fuera poco, salta al terreno político y solicita eliminar la disposición de 1962 de la OEA que expulsó hasta el día de hoy a Cuba del seno de la organización.
¿Adónde se ha metido el raciocinio del mundo?
Muchos analistas opinan que Raúl Castro es un "elemento más estable" para propiciar un acercamiento que su moribundo hermano Fidel, siempre reacio a cualquier contacto que taladrara su aislamiento políticamente estratégico.
El embargo no es imposible de eliminar, pero tampoco es tan fácil de hacerlo. A pesar de Lugar y de los que piensan como él, filosófica e ideológicamente la mayoría de los republicanos en ambas cámaras no están dispuestos a ceder en este asunto y, además, los congresistas y senadores cubano-americanos, lo mismo demócratas que republicanos, comparten el parecer. Pero ya no está ahí George W. Bush que vetaba todo intento de acercamiento a Cuba.
Aunque el Presidente Obama y la Secretaria de Estado Hillary Clinton están dispuestos según prometieron en campaña a levantar las restricciones de viajes de cubanos exilados en Estados Unidos impuestas por el gobierno de Geroge W. Bush en el 2003, ambos se han pronunciado en contra de un levantamiento del embargo sin que Cuba protagonice los cambios exigidos, tales como la liberación de los prisioneros de conciencia, la ampliación de diversos partidos políticos —no sólo el comunista como es ahora— y las elecciones libres. Además, la Ley Torricelli, vigente, excluye a Raúl de reconocimiento oficial como cabeza de gobierno o pieza de transición. 
El embargo debe seguir
Obama ha anunciado recientemente su voluntad de no sólo liberalizar los viajes de los cubano-americanos establecidos en Estados Unidos, sino de los ciudadanos norteamericanos en general, cosa prohibida desde 1963. Para esto, el nuevo Presidente de los Estados Unidos tendría que remover a Cuba de la lista del Departamento de Estado de países que patrocinan el terrorismo.
Cuba sigue siendo refugio para los terroristas más connotados del mundo. Muchos prófugos de la justicia norteamericana viven allí, al igual que miembros de la ETA. Ojalá que la actual admistración no cometa el error de borrarla de la infame relación y santifique a un país que, por si fuera poco, conminó a Nikita Kruschev a dar el primer golpe nuclear contra Estados Unidos hace más de 40 años.
Los perniciosos mensajes de que Cuba ya no es una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos no es un argumento convincente y mucho menos definitivo por impronosticable, porque todo depende de cómo será la asociación de Raúl Castro con la Rusia de Putin en los próximos años, eso sin mencionar una probable triangulación Habana-Caracas-Teherán.
El Presidente de los Estados Unidos, cualquiera que sea, ya demócrata o republicano, tiene la potestad de restablecer relaciones diplomáticas totales con Cuba y, de producirse, eso sería un paso para la normalización de contacto entre ambos países, mientras significa un abominable olvido de la historia de los últimos 50 años.
Cuando la conveniencia se impone sobre la dignidad, ello es sinónimo de que le ética ha caducado. Y ese parece ser, tristemente, el signo de estos tiempos. Las esperanzas de reivindicación de los damnificados —o sus herederos— de la ley cubana de expropiaciones de hace 49 años, cada vez más se alejan y se alejan...
 
*La campaña de los "Los 10 Millones de Toneladas de Azúcar", fracasó. Sin embargo, se logró la cifra más alta de producción del dulce en la historia del país, que rebasó los 8 millones.
NOTA BENE: El autor de este artículo defendía el mantenimiento del embargo aún cuando vivía en Cuba, no sólo ahora desde las "complacencias materiales" del exilio.
 
APENDICE:
•Link to Richard Lugar's Changing Cuba Policy in the United States National Interest document.
•Link to Glenn Crowther's Kiss the Embargo Goodbyedocument.
•Link al discurso de nacionalización pronunciado por Fidel Castro en 1960
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Tomado del blog http://www.ifriedegg.com/Embargo.htm

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