Casi 50 años después de su instauración, la prensa y personalidades políticas mundiales, y hasta los más respetados analistas, ignoran la razón originaria del embargo contra Cuba, la cual aún no ha desaparecido y, por eso, la medida restrictiva sigue siendo legítima...
(Al final del artículo dos links separados conducen al facsimil del documento íntegro del senador Richard Lugar, Changing Cuba Policy in the United States National Interest, y Kiss the Embargo Goodbye, del coronel Glenn Crowther, que exponen razones para el levantamiento del embargo o una dramática flexibilización de la medida. También aparece un link al discurso de nacionalizaciónde propiedades norteamericanas en Cuba, pronunciado por Fidel Castro en 1960) | ||||||||||||||||||||||||||
por Pepe Forte/Editor de iFriedegg.comPosted on Feb. 28/2009 | ||||||||||||||||||||||||||
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Toma chocolate... paga lo que debes.../De la canción "El Bodeguero", interpretada por la Orquesta Aragón.
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El tema del embargo contra Cuba ha vuelto a cobrar notable protagonismo en la prensa y opinión pública mundiales, más marcadamente en Estados Unidos. Una convergencia de situaciones ha conducido a ello. A considerar, el arribo a la Casa Blanca de un presidente demócrata, el cincuentenario de la revolución castrista cubana con Raúl Castro ya oficialmente al frente de ella y la percepción que éste podría favorecer aperturas en La Isla, y la crisis económica mundial. Estos son algunos de los factores que animan un nuevo embate de una controversia que dura ya medio siglo. Es por eso que en el mes de febrero han visto la luz, con diferencia de días, dos documentos que si no recomiendan explícitamente la supresión del embargo, al menos sugieren un cambio sustancial en la política de Estados Unidos hacia Cuba. Estos dos documentos son: Kiss the Embargo Goodbye ("Digamos adiós al Embargo"), del coronel Glenn A. Crowther, del Instituto de Estudios Estratégicos (SSI; Strategic Studies Institute), yChanging Cuba Policy in the United States National Interest("Cambiando la Política hacia Cuba en el Interés Nacional de Estados Unidos"), del senador republicano por Indiana Richard Lugar, además jefe de la Oficina de Asuntos Internacionales del senado.
Ambos documentos, además de que por un lado o bien son ingenuos o tristemente insinceros, por otro caen, al igual que la opinión pública actual generalizada, en el inexplicable error de ignorar que la causa fundamental del embargo no ha desaparecido: la expropiación en 1960 de entidades y propiedades legítimamente establecidas en Cuba de ciudadanos norteamericanos por el gobierno de Fidel Castro SIN INDEMNIZACION a los afectados. Historia y origen del embargo En la noche del 6 de agosto de 1960, en discurso pronunciado desde la escalinata de Universidad de La Habana en la intersección de las calles L y San Lázaro, y que representó el acto de clausura del Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes, Fidel Castro, Comandante en Jefe y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, anunció la entrada en vigor de la Ley No. 851, rubricada exactamente un mes antes, que autorizaba al gobierno de La Isla a expropiar industrias y corporaciones comerciales de producción y servicios de gran escala, así como propiedades legalmente establecidas en Cuba, de ciudadanos norteamericanos. La alocución, una de las más delirantes que integra hoy el enciclopédico por extensión compendio de las cataratas verbales de Castro, terminó con el dictador casi afónico, lo que no le impidió desgranar la lista de expropiaciones, al tiempo que cada vez que mencionaba una compañía intervenida, la muchedumbre enardecida que le escuchaba, vulgar e irónicamente, exclamaba "¡se ñamaba!", en vez de "¡se llamaba!". La Central de Trabajadores dispuso una semana de “júbilo popular”, mientras que la fiebre anti-norteamericana fue protagonizada por miles de cubanos partidarios del régimen que efectuaron funerales simbólicos de las entidades "nacionalizadas" —como romáticamente se le llamaba a las víctimas de la acción—, al grito de “¡Cuba sí, yanquis no!”. | ||||||||||||||||||||||||||
La Compañía Cubana de Electricidad fue intervenida para transformarse enseguida en una entidad ineficiente al pasar a manos del estado y convertirse en la "Empresa de los Apagones". En la imagen arriba a la izquierda, en la fachada del edificio, sobre el lumínico que la identificaba, fue desplegada una pancarta que celebraba la "nacionalización". La fotografía a la derecha mientras tanto, recoge el instante de la intervención de la TEXACO (las banderas de Estados Unidos a la entrada de las diversas compañías establecidas hasta entonces legalmente en Cuba y que de manera eficaz proveían servicios al país, fueron arriadas y en muchos casos destrozadas a continuación por furor popular inducido). | ||||||||||||||||||||||||||
Aunque Castro comunicó a su audiencia que la ley contemplaba un plan de indemnización en 50 años, a pesar de ser éste absurdo y muy a su favor, hasta el día de hoy Cuba no ha compensando monetariamente a los legítimos dueños de las propiedades usurpadas.
Antes que finalizara el fatídico año 60 y la Revolución llegara a su segundo aniversario, fueron expropiados además todos los bancos norteamericanos, porque el 13 de octubre el Gobierno Revolucionario promulgó la Ley 891, declarando la intervención de la banca privada nacional y extranjera en territorio cubano —y luego vino el cambio del dinero—. El Banco Nacional de Cuba estaba presidido por el tenebroso Comandante Ernesto Che Guevara, quien había asumido esa responsabilidad el 26 de noviembre de 1959. Pero la ola de robo estatizado se desbordó a otros sectores: perecieron además las compañías de caucho y la cadena de supermercados Minimax. De este modo, 382 empresas mayores establecidas en el país, y el 80% de la capacidad industrial, pasaron al control del estado.
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Los ciudadanos norteamericanos afectados pues solicitaron auxilio al gobierno de Estados Unidos, entonces conducido por John F. Kennedy. Así, el 7 de febrero de 1962, una orden ejecutiva del presidente norteamericano establecía el embargo comercial, económico y financiero a Cuba, más conocido popularmente como "bloqueo", cuyo razón era prohibir vender mercancía norteamericana a Cuba, y a Cuba comprarle mercancía cubana.
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En esta combinación gráfica, a la izquierda del lector, el anodino presidente de Cuba, Dr. Osvaldo Dorticós Torrado, firma el 6 de julio de 1960 la Ley No. 851 de expropiación de propiedades norteamericanas legítimamente establecidas en territorio nacional de La Isla, ante la mirada atenta de Fidel Castro Ruz, a la sazón Primer Ministro del Gobierno Revolucionario Cubano. A la derecha, el presidente norteamericano John F. Kennedy, tras rubricar en la Oficina Oval la Orden Ejecutiva de Embargo contra Cuba, en respuesta a la intervención castrista. | ||||||||||||||||||||||||||
Con la escalada de las tensiones entre Cuba y Estados Unidos en un marco óptimo de guerra fría y la gravitación del país caribeño a la esfera de influencia de la Unión Soviética, paso a paso desde entonces y hasta el 2003, el embargo fue agregando más restricciones paulatinamente, a tenor de las circunstancias. Tras la Crisis de los Misiles en octubre de 1962, Kennedy amplió el embargo en julio del 63 imponiendo restricciones de viaje a los ciudadanos norteamericanos y, bajo el Acta de Comercio con el Enemigo, los valores de Cuba en Estados Unidos fueron congelados.
En 1992, en la estela de la caída del Muro de Berlín, el embargo fue codificado y recibió un nuevo estimulante con la puesta en vigor del Acta para la Democracia en Cuba, conocida íntimamente como la Ley Torricelli, esto durante el gobierno de George H. Bush y luego, para 1996, a regañadiendentes y suspendiendo alguna de sus provisiones más efectivas, Bill Clinton firmó el Acta de Solidaridad para la Libertad y Democracia en Cuba (o simplemente Ley Helms-Burton), tras el derribo de la avionetas de Hermanos al Rescate por parte de la Fuerza Aérea Cubana en aguas internacionales. Esta legislación encarna la primera vez que en realidad se hace algo verdaderamente moral y efectivo para intentar compensar —tardíamente tres decenios después—, a los damnificados de la expropiación de 1960. Bajo el término "traficar", el acta presume sanciones para quienes lucren con las propiedades originales robadas por el estado comunista cubano.
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Pero desde el gobierno de Clinton comenzó una era de flexibilización del embargo que, aunque tímida pero sostenidamente, continuó remontando como tendencia y posteriormente durante los 8 años de George W. Bush se incrementó, al punto que hoy Estados Unidos es el séptimo exportador de productos a Cuba, sobre todo agrícolas en la categoría de alimentos, para representar un 4.3% de las importaciones totales del país comunista.
Que el embargo es una excusa no es pues precisamente una buena excusa para levantarlo.
Del mismo modo que los que creen que el propósito del embargo es únicamente modificar a Cuba comunista y aseguran erradamente que su mantenimiento ha fracasado y que no ha traído cambio alguno a lo largo de 50 años, no existe tampoco ninguna razón concreta que demuestre que su cancelación va a producir en contrapartida la añorada metamórfosis. En primer lugar hay que recordar que aún eliminado el embargo, ni Estados Unidos ni el mundo entero podrán volcarse a Cuba de sopetón como piensan estos ilusos. Una vez levantado el telón, el gobierno cubano pondrá una barrera bien custodiada que alzará sólo a las inversiones de su conveniencia. Es lo que ha estado pasando en los últimos 10 años. Las licitaciones de la industria hotelera mundial —por sólo mencionar un giro—, que tienen interés en inventir en Cuba son centenarias cada año; pero Cuba limita y sólo elige las de su gusto. No habrá un festinado tobogán a la inversión mundial y de Estados Unidos una vez eliminado el bloqueo... sólo un embudo en manos de Raúl Castro o de los herederos del sistema, para escoger las inversiones a cuentagotas al modo como salen en la lotería las bolas ganadoras, en número limitado de ellas...
Claro que llevan razón quienes afirman que el embargo fue la excusa de Fidel Castro —y quizás ahora lo es de su hermano Raúl—, para convencer al mundo de la inhumanidad de la medida y para presentarla como la causa de los males del pueblo cubano y una reliquia injustificable de una era desaparecida. Es cierto que en el pasado el dictador, hoy moribundo, cada vez que se perfilaba en el horizonte un intento de acercamiento de Estados Unidos y de levantamiento o relajación del embargo, lo saboteó para mantener su imagen de víctima, y permanecer aislado, dos ingredientes capitales de su receta para sostener su proyecto político. Pero si se hubiese levantado el embargo en tiempos de Fidel éste, como gran sofista que era, habría inventado alguna otra excusa lastimera, como las altas tasas de interés o el intercambio económico desigual para quejarse y justificar el bajo nivel de vida los cubanos ya sin bloqueo. De modo que ceder al argumento de que es necesario eliminar el embargo so pretexto del pretexto, tiene pies de barros.
Por otro lado, levantar el bloqueo unilateralmente sin que Cuba haga concesiones —y, no nos engañemos, que esta es la tónica actual—, permitiría a un estado rutinariamente malapaga endeudar perspectivamente más a un país cuyos acreedores históricos y los recientes no han tenido la valentía de exigirle responsabilidad a sus compromisos tributarios, pero sí lo harían a una eventual y emergente república democrática postcastrista.
El embargo, gracias a la gestión de los congresistas cubano-americanos militantemente anticastristas y que tienen una diáfana idea de lo peligroso que sería clausurarlo, fue codificado. Por fortuna, eso alteró su naturaleza de ordenanza presidencial y por tanto de fácil e instantánea remoción. Ahora para hacerlo hay que transitar el debate y la votación. Pero esto no significa tampoco una victoria absoluta y perenne. Desde hace más de 10 años al embargo, por presión del cabildeo y de contribuyentes partidarios de su abolición, le han estado fabricando un bypass aquí y otro allá, además de la habilidosa circunvalación que le han hecho los propios castristas desde tiempo atrás.
Para la gente de buena voluntad en el mundo que noblemente compra los argumentos de los que de mala fe exigen el levantamiento del embargo, la restricción es a todas luces inhumana porque más que al gobierno comunista, castiga al sufrido pueblo cubano. ¿Razonable, no es cierto? Empero, las privaciones que padecen los cubanos no son consecuencia de un embargo que ya dura medio siglo, sino que emanan directamente de la naturaleza malvada y sociópata del dictador más perfecto del mundo porque desprecia a su pueblo y lo tiene sometido, como un maestra desalmada y regañona, a una larga penitencia sin que se haya portado mal. Cuba, aún en la época de prosperidad económica y existencial de los países del llamado campo socialista, era considerada por éstos el 'patito feo' del comunismo. Rumania tuvo cartilla de racionamiento por 16 años. La de Cuba prevalece y es tan severa que merece entrar en el Libro de Récords Guinness y, para colmo, es llamada cínica e eufemísticamente "Libreta de Abastecimientos". Como una serpiente que se muerde su cola, las raciones de este documento de control ciudadano cada vez se hacían más magras.
Para 1979, cuando la Revolución de Fidel cumplió 20 años en el poder, Cuba podría haber disfrutado de la misma bonanza de consumo de Polonia, o Hungría, o Checoslovaquia, o cualquier otro país de la llamada en términos geopolíticos Europa del Este, porque el subsidio soviético y su integración al CAME habrían permitido a la ciudadanía cubana vivir más holgadamente. Castro pudo inundar La Isla de los deficientes y tecnológicamente atrasados productos de aquellos países, y sin embrago no lo hizo. Por otro lado, el resto de los países capitalistas del mundo no embargaban a Cuba. Y además, previamente, los precios más altos de la historia de tasa de azúcar mundial —más de 80 centavos la libra— tuvieron lugar finales de los 60 y principios de los 70 con lo que Cuba, la azucarera del planeta, habría vivido una segunda "danza de los millones", y empero 1970 —el año de "Los 10 Millones de Toneladas de Azúcar"*—, fue económicamente el de la "barbarie" en el país.
La paupérrima situación económica de Cuba no es pues imputable al embargo.
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Tomado del blog http://www.ifriedegg.com/Embargo.htm
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